[…]Ella quería algo, y él quería algo. Furiosamente y con muecas violentas, hundía el uno la cabeza en el pecho del otro. Algo querían, y ni sus abrazos, ni sus cuerpos encabritados, les hacían olvidar nada; les recordaban más bien el deber de buscar algo más; como perros que escarban desesperados la tierra, así escarbaban ellos en sus cuerpos. Y desamparados, desengañados, buscando todavía una última dicha, se lamían y lamían la cara con las lenguas. Sólo la fatiga los calmó, y quedaron agradecidos el uno al otro. Luego, subieron las criadas. «Mira cómo están esos ahí tirados», dijo una, y piadosamente les echó una manta encima. […]
Franz Kafka, de El castillo.
Gerycz Powers Rolin – Activator (2024)
Hace 2 horas.