jueves, noviembre 08, 2007
Toda el agua del mundo - Gabo Ferro
Y han quedado los pozos donde hubo lagos
Donde estaban los mares hay desiertos blancos
Donde estaban los ríos hay puro viento manso
Para verdear la tierra nos separaremos
Vos te irás a los vientos mi amor
Yo me iré al desierto
Y con esa tristeza lloraremos
Yo que lloro salado lloraré los mares
Vos que llorás tan dulce mi amor
Los ríos y los lagos
Y cuando la tristeza haya traído los mares
Hayan vuelto los ríos y hayan vuelto los lagos
Ahí pasaré a buscarte mi amor algo seco algo mojado
Para que estemos juntos y sonriamos.
...otro disco hermoso de gabo...
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miércoles, septiembre 12, 2007
Liniers x 2
domingo, agosto 26, 2007
Una poesía hermosa para un amigo hermoso
Me dejo estar sobre la tierra porque soy el gozante.
El que bajo las nubes se queda silencioso.
Pienso: si alguno me tocara las manos
se iría enloquecido de eternidad,
húmedo de astros lilas, relucientes.
Estoy solo de espaldas transformándome.
En este mismo instante un saurio me envejece y soy leña
y miro por los ojos de las alas de las mariposas
un ocaso vinoso y transparente.
En mis ojos cobijo todo el ramaje vivo del quebracho.
De mí nacen los gérmenes de todas las semillas y los riego con rocío.
Sé que en este momento, dentro de mí,
nace el viento como un enardecido río de uñas y de agua.
Dentro del monte yazgo preñado de quietudes furiosas.
A veces un lapacho me corona con flores blancas
y me bebo esa leche como si fuera el niño más viejo
de la tierra.
De cara al infinito
siento que pone huevos sobre mi pecho el tiempo.
Si se me antoja, digo, si esperase un momento,
puedo dejar que encima de mis ingles
amamante la luna sus colmillos pequeños.
Zorros la cola como cortaderas,
gualacates rocosos,
corzuelas con sus ángeles temblando a su costado,
garzas meditabundas
yararás despielándose,
acatancas rodando la bosta de su mundo,
todo eso está en mis ojos que ven mi propia triste
nada y mi alegría.
Después, si ya estoy muerto,
échenme arena y agua. Así regreso.
Manuel Castilla
miércoles, agosto 22, 2007
Brillos - Juan Gelman
lunes, agosto 20, 2007
Intemperie/Yo viví la crisis del 2001 - Iván Moiseeff
Si el mes que viene no consigo trabajo, me compro un rifle de aire comprimido. Mi balcón da al contrafrente de un edificio abandonado, ocupado por las palomas. Entran. Salen. Se quedan en las ventanas. Miran. Todavía me queda algo de plata.
*
Envié ochenta y dos currículums. No me llaman. Odio que no respondan, ni siquiera para decir "no", Ahora llamo por teléfono a las empresas amenazándolos con que hay una bomba en el edificio. "Hay una bomba en el edificio", digo.
*
Las cuentas se deslizan por debajo de la puerta como suaves amenazas. Y cada vez que escucho ese sonido, me tiembla el corazón, esperando una carta con una buena noticia, alguien olvidado que me recuerde.
*
Ayer, pocos segundos después de cortar, el teléfono repiqueteó. Horror. Del otro lado, una voz femenina dijo: "Usted acaba de llamar amenazando con que había una bomba. Tenemos su número de teléfono". Silencio. Me aterré. Pero después la imaginé esperando, satisfecha y excitada por su pequeño atrevimiento, con un tailleur ajustado, peinada, cola de caballo... Una empleadilla, sí, pero con un sueldo seguro por mes y las cuentas pagas. Y de pronto me di cuenta de que yo no tenía nada, no me podían quitar mucho. Y mi tía me pide que deje su departamento. La voz me interrumpió: "Tenemos su número telefónico y podemos conseguir su dirección". Se sentía fuerte. Estallé: "Puta de mierda, la concha de tu madre, hija de puta, te voy a cortar en pedazos..."
*
Hace un mes que le vengo diciendo: "La semana que viene dejo el departamento, no te preocupes". Sospecha que le miento. Tengo miedo. No, miedo no. Difícil. Problema.
*
Por la noche, en la tele, veo reportajes y me imagino cómo respondería yo a esas preguntas -tan íntimas- que les hacen a las celebridades. Me imagino contestando sobre esta etapa de mi vida. "Fue un tiempo difícil", diría con nostalgia y un poco de orgullo por haberlo superado. Después, cuando la señal deja de trasmitir y apago el televisor, el loro de madera que está colgado en la pared en penumbras me recuerda lo triste que soy.
*
No me estoy lavando los dientes porque en diez días tengo una entrevista laboral. No quiero lavarme porque le quiero escupir la cara.
*
Envié un currículum diciendo que sabía de Agronomía. Estaba desesperado. ¿Cuánto pueden tardar en descubrir mi ignorancia sobre la Agronomía? Si soporto un mes, tienen que pagarme ese sueldo. No es una locura.
*
El me vio. No va a tomarme. Pero igual empieza con su "buen día" y todo su discurso sobre la empresa. La cabeza me late y junto saliva...
viernes, agosto 10, 2007
Raymond Pettibon
...otro que dibujó tapas de sonic y de black flag, entre otros... Algunos links: wikipedia, una galería y otra...
jueves, agosto 09, 2007
Savage Pencil
En estos días bajé unos discos de sonic youth y recordé el artista que dibujó algunas de sus tapas, Edwin Pouncey a.k.a. savage pencil. Cliqueando sobre la imagen, acceden a su sitio...
lunes, julio 30, 2007
jueves, junio 07, 2007
jueves, mayo 31, 2007
...angustia...
[...]
Erdosain se aprieta la cara con las manos. De tal manera como si quisiera exprimir de su carne un grito que no puede articular su garganta.
La angustia se cierne sobre él semejante alas nubaredas de las grandes chimeneas en los cielos de los poblados industriales. Cuando piensa que su corazón puede estallar en fragmentos un sentimiento de consuelo alivia su martirio. La muerte no es terrible. Es un descanso amoroso, tierno, mullido. Ahora sabe lo que es la muerte. Descansará siempre y su carne se volatilizará en el silencio de la gusanera...
-¿Y el sol?-implora su alma-¿El sol de la noche? Erdosain atisba en el misterio. Sabe perfectamente que existe una fiesta. La fiesta se desenvuelve silenciosamente en la superficie del sol de la noche. ¿Qué es el sol de la noche? No lo sabe, pero se encuentra en algún rincón de trayectoria helada, más allá de los planetas de color y de las vegetaciones retorcidas, de los árboles con deseo.
Crestas puntiagudas de ciudades modernas, cemento, hierro, cristal, enturbian un momento la quietud de Erdosain. Es el recuerdo terrestre. Pero él quiere escaparse de las prisiones de cemento, hierro y cristal, más cargadas que condensadores de cargas eléctricas. Las jazzbands chillan y serruchan el aire de ozono de las grandes ciudades. Son conciertos de monos humanos que se queman el trasero. Erdosain piensa con terror en las "cocottes" que ganan cinco mil dólares semanales, y en los hombres que tienen atravesados los maxilares por dolores tetánicos. Erdosain quiere escaparse de la civilización; dormir en el sol de la noche, que gira siniestro y silencioso al final de un viaje, cuyos boletos vende la muerte.
Se imagina con avidez una frescura nocturna, quizá cargada de rocío. Él podría avanzar llorando su terrible dolor, pedir clemencia.
Quizás alguien en el confín del mundo lo recibiera haciéndolo recostar en una alcoba oscura. Dormitaría hasta que se le hubiera evaporado de las venas el veneno de la locura. Sería una casa grande aquélla, una única casa en el confín del mundo. Frente a la puerta, una mujer alta y fina, sin decir palabra, con un gesto lo invitaría a entrar. Nadie le preguntaría nada. Él se tendería en la cama a llorar, sin vergüenza alguna. Entonces podría llorar dos días con dos noches. Primero serían lágrimas lentas; se taparía la cabeza con la almohada y sollozaría fuertemente, y cuando tuviera en el pecho la sensación de que los pulmones se le habían vaciado de sollozos, nuevamente lloraría. La mujer alta y fina permanecería de pie junto a la cama, mas no le diría una palabra.
Una tiniebla altísima guillotina el sueño de Erdosain. Es inútil. Las casas son terrestres, las mujeres altas y finas son terrestres, lámparas de cincuenta bujías iluminan todos los semblantes, y aún, no ha sido fabricado el lecho de la compasión.
Como un cerdo que hociquea la empalizada de su pocilga para escapar del matadero, Erdosain golpea mentalmente cada leño de la empalizada espantosa del mundo que, aunque tiene leguas de circunferencia, es más estrecha que el chiquero bestial.
No puede escaparse. De un costado está la cárcel. Del otro el manicomio.
[...]
Roberto Arlt, de Los lanzallamasdomingo, mayo 20, 2007
viernes, mayo 18, 2007
StayFree
viernes, abril 20, 2007
jueves, abril 19, 2007
Canto Azul - Tennessee Williams
Estoy agotado.
Estoy agotado del discurso y de la acción.
Si me encuentras en una
calle, no me interrogues porque
sólo puedo decirte mi nombre
y el del pueblo en
donde nací. Y hasta ahí.
No importa ya si mañana
llegará. Si queda
solamente esta noche y luego
si es de día, no importa ya.
Estoy agotado. Estoy agotado del discurso
y de la acción. En el interior de mi corazón
hallarás un pequeño puñado de
polvo. Tómalo y sóplalo
al viento. Deja que el viento lo tenga
y se encargará de hallar el camino a casa.
Versión en castellano de Andrew Graham-Yooll.
Este poema fue hallado por el profesor de arte Henry I. Schvey, en Nueva Orleans. Había sido escrito, en lápiz, en la parte de atrás de un cuaderno azul que Tennessee Williams usó para sus exámenes finales de griego en 1937, cuando estudiaba en la Universidad de Washington en St. Louis. No había sido dado a conocer hasta hace dos meses, cuando lo publicó el New Yorker. Ahora, el cuaderno forma parte de la Biblioteca de la Universidad de Washington.